domingo, 1 de marzo de 2009

La amistad

Una pregunta: ¿cómo debe ser una verdadera amistad? Uno ve tantos estilos de relaciones interpersonales que puede confundirse. Hoy, en la Lima del siglo XXI, ¿qué patrones deben regir la relación entre dos personas que intercambian una amistad?

Se me ocurre para comenzar que debe haber intereses comunes. Dos amigos deben tener algo en común: un objetivo en la vida, una lucha, una pasión (el deporte, la música, el cine, qué sé yo), un pasado, etc. Y ese algo debe ser lo menos superficial posible. No creo que pueda basarse una amistad por el solo hecho de ser compañeros de estudio o de trabajo o por ser vecinos. Esa es una convivencia necesaria. Pienso yo que la amistad es más que eso pues trasciende las convivencias “casuales”. Me es muy enriquecedor ver (y vivir) cómo 2 compañeros de trabajo comienzan a dar los pasos que los llevan a ser amigos (en contraposición a ese ser solo compañeros) y se genera una relación fraterna muy rica. Cruzar esa línea, arriesgarse a ser amigo cambia la vida y cambia los ambientes de trabajo. Es otra cosa, pero claro: no es magia, hay que darse y acoger. Hay que, literalmente, entregarle a otro la propia vida, y recibir la de él/ella.

Otro punto importante para mí en una amistad es la incondicionalidad. Dos amigos deben estar siempre listos para ayudar y socorrer al otro en lo que sea. Y no basta con tener la actitud sino que, creo yo, debe ser algo explícito. Me refiero a que con palabras y/o hechos se debe dejar claro que uno estará ahí para lo que sea. Como dirían The Beatles: Any time at all. Qué suave consuelo es ante las adversidades que nos pone a veces la vida poder tomar el teléfono y acudir a un amigo. Y cuán realizador es poder ayudar a un amigo en sus necesidades, y mientras más le cuesta a uno pues mejor.

También creo que los amigos deben cuidar las formas. Esto es: guardar esos protocolos que la cortesía impone de manera natural. Si le ofrezco a un amigo llamarlo pues debo hacerlo porque él o ella estará esperando mi llamada, y si no puedo hacerlo la cortesía me exige disculparme a la brevedad. Si mi amigo me comenta que quiere hablarme de algo yo no puedo darme el lujo de olvidar suscitar ese diálogo pendiente, hacerlo es como un delito. Los saludos por cumpleaños, aniversarios, etc. son normas básicas de convivencia amical.

Obviamente los amigos deben buscar el bienestar y la felicidad del otro a como dé lugar. Lo que nos lleva a replantear nuestra propia vida: no hay peor cosa que un ciego guiando a otro ciego. Dos amigos deben tener claro qué es lo que realmente hace feliz al ser humano y qué nos hace menos personas. Y de tener eso claro se desprende que uno no puede permitir que un amigo se hunda escogiendo lo que le hace daño. ¿Quién dejaría a un ser querido entrar en las drogas? ¿Cómo puede uno dejar que su amigo convierta su vida en un desastre si ambos saben qué es bueno y qué es malo? Y por supuesto, en la otra cara de la moneda está el dejarse corregir, cosa muy difícil en estos días. ¡A dejarnos corregir, entonces! Si eso no está claro, ¿sobre qué se basa la amistad?

En fin, estas son solo unas breves reflexiones sobre el tema de la amistad. De hecho no es un tratado filosófico sobre el tema sino simplemente lo que es: un post en un blog personal.

Termino este post remitiéndome a una bella definición que sobre el tema hizo el gran Rubén Blades en su canción Vida, del álbum Tiempos (1999). Dice él, al son de una buenísima salsa: “y cada amigo es la familia que uno se elige entre extraños”. Contundente.

¿Qué es para ti la amistad? ¿Eres buen amigo? ¿Qué buenas experiencias amicales has tenido?