jueves, 29 de julio de 2010

Little Child (The Beatles, 1963)

En este post quiero dedicarle unas reflexiones y recuerdos a mi princesa Daniela, a poco de haber ella cumplido 5 años de vida, aunque es injusto contar la edad desde el nacimiento, pues como sabemos la vida nuestra empieza desde la unión de espermatozoide y óvulo en el vientre materno, así q mi niña tiene algo de 5 años y nueve meses de vida.

Con su llegada a nuestra vida llegaron muchos cambios, pues a este joven padre y a su esposa nada los preparó para tal responsabilidad. De hecho fuimos el primer matrimonio dentro de nuestro grupo de amigos q se casó y el primero en encargar familia, y las muchas conversaciones previas resultaron poco, aunque no por ello desechables, sino todo lo contrario, ante lo q significó el nacimiento de Daniela. Ella llegó como un vendaval a cambiarnos todo, para bien, para mejor.

Yo esperaba q Dios nos envíe una niña, pues algo en mi interior me predisponía a ello. Mi esposa, abierta como yo a lo q Dios quisiera, anhelaba un niño, y cuando fuimos a una de la ecografías en donde ya se vería el sexo del bebé me emocioné bastante al saber q esperábamos a una nena, fue un baldazo de alegría q no pude contener. Tocaba ahora preparar su habitación, su ropa, y todo lo q logísticamente necesitaría. Imposible olvidar la gran ayuda de las amistades en este proceso: desde consejos invaluables hasta un día entero de trabajo pintando ellos la habitación de Daniela pocos días previos a su llegada. Esos gestos no pensados, no calculados, sino espontáneos y frescos son los q fortalecen las relaciones entre personas, evidencian q adentro de los corazones hay verdadero amor, dispuesto a entregarse a los amigos necesitados. Mi gratitud eterna a ellos.

La princesa nació, a Karin se le complicó un poco el útero luego de la cesárea pero, nuevamente por bondad de Dios, no pasó a mayores el tema. Y empezaron a manifestarse los cambios prácticos en nuestras vidas: controles periódicos con la pediatra, aprender a cambiar pañales, aprender inclusive a cargar a la bebé, etc. Recuerdo q yo no sabía cargarla y me daba miedo hacerlo; Karin me iba enseñando hasta q desarrollé una habilidad especial para cargarla, tanto q cuando la nena lloraba yo aplicaba esa técnica de carguío y automáticamente se tranquilizaba.

Siempre le rehuía yo a la tarea de cambiar pañales, sobre todo si había pufis de por medio, pero finalmente lo hacía con ayuda de Karin o de las abuelas o de Kenny, hasta q un buen día (cuestionable lo de “buen”) llegó mi prueba de fuego: Karin había salido a trabajar y me quedé solo con mi cachetona, llegó la noche y con ella un derrame estomacal de campeonato, como no me quedaba más opción q asumir en soledad el cambio de pañal pues me dispuse a hacerlo. La eché en su cambiador, preparé algodón, pañitos húmedos, crema y agua tibia, traje el pañal limpio y empecé la faena. A mi inexperiencia se sumó el hecho de q Dani se movía demasiado, lo q dio como resultado q todo su cuerpo (todo) y su ropa terminaron embarrados, parte de mi ropa también y el suelo repleto de paños embarrados de la misma desagradable materia. Ese cambio de pañal me tomó muchísimo tiempo, no sé cuánto pq perdí la noción, y dejé el aromático olor por todo el departamento. Yo quedé exhausto, gasté abundancia de paños y algodones, y dejé el olor por todos lados. Karin regresó del trabajo y se rió de mí más tiempo del q me tomó cambiar el bendito pañal.

Esa es una de las muchas anécdotas. Luego hemos aprendido a darle de comer, a bañarla, a peinarla, a hacerla dormir y muchos etcéteras. Aprendí yo a inventar cuentos para ayudarla a dormir, a calmarle el llanto, a pasearla. Tantas cosas. Uno no nace sabiendo estas cosas pero quien nace para ser padre/madre tiene como un chip incorporado en el alma para asumir con valentía y alegría tales roles. Todas estas cosas son un cambio total de esquemas y hábitos, a los flojos como yo nos cuesta más trabajo, pero todo esfuerzo es corto cuando uno ve el resultado dibujado en su carita de traviesa. Y en lo personal, sé q cada una de esas cosas exigentes me realiza.

Pero la valentía y la alegría de las q hablaba suelen abandonarme cuando se trata de enfermedades. En ese tema soy bien cobarde, lo q evidencia un problema de mi psicología q debo trabajar en aras de la responsabilidad. Me sucede q ante algún síntoma de desperfectos en la salud de mi nena yo me descompongo: me preocupo en exceso, me pongo triste y de mal humor, y quiero llevarla de inmediato al médico. No tengo más justificación para ello q el deseo de un padre de ver a sus hijos siempre sanos. Pero felizmente tengo a Karin q me hace poner los pies en la tierra pues en eso es mucho más tranquila. Y yo sé q he progresado en ese tema, pero debo llegar al nivel óptimo. Más cuando me veo muy acompañado por Dios en estos trances: tenemos un buen seguro médico, Danielita tiene un muy buen pediatra, no nos falta medicinas, etc. Toda enfermedad q se ha atrevido a entrar en el cuerpo de mi cachetona ha sido derrotada por, repito, bondad de Dios. Confío en q saldré airoso en este proceso, triunfo q además es un requisito para planificar al hermanito o hermanita de la primogénita.

También está el acompañarla en su proceso de maduración interior. Ella tiene q ser una niña de psicología sólida y fuerte lista a buscar y encontrar el destino para el q ha nacido, y eso tiene q trabajarse desde niña y son muchas las variables q entran en juego. Están los cuidados de sus padres, las atenciones de las abuelas, las relaciones con otros familiares y amigos. Entran también la socialización con sus compañeritos de Nido, la cantidad y calidad de televisión q puede consumir, sus juegos, etc. Las misses y psicólogas del Nido nos dan sus observaciones y recomendaciones, y yo pregunto: ¿a nosotros en nuestra niñez nos hacían todas esas evaluaciones? ¿También a nuestros padres los traumaban así? Como fuere, el barco llegará a buen puerto.

Y así está pasando la vida mía en este nuevo rol q es muy pero muy hermoso. Son muchísimas las cosas q podría comentar, hay material para rato, pero lo mejor está todavía por llegar con cada día q amanece, con cada ocurrencia de Dani (anoche, por ejemplo, me pidió por primera vez q me calle), con cada travesura, con cada baile nuevo, con cada enfermedad, con cada reto nuevo. La búsqueda de Colegio es otro tema. En fin, hay tantas maravillas en la paternidad q lo mejor es disfrutarla día con día.